La genética estudia la transmisión a través de los genes, de las características bioquímicas, metabólicas, fenotípicas, etc., de un individuo. La epigenética por su parte, estudia de qué manera el medio ambiente colabora con la expresión de esos genes heredados.
Una investigación muy reciente acaba de constatar que un factor de riesgo importante, para desarrollar autismo, es vivir cerca de una vía de circulación automotriz importante. Heather Volk y colaboradores, del Hospital Infantil de los Ángeles (EEUU), encontraron que la probabilidad de desarrollar autismo aumentaba en un 86 % si los niños vivían a 300 metros de una avenida o autopista.
Si bien es cierto que el componente genético es importante en el desarrollo de este trastorno, las evidencias están indicando que las condiciones ambientales también afectan notablemente su distribución.
Era lógico suponerlo, ya que no existen epidemias genéticas y el autismo está siendo considerado actualmente como una verdadera epidemia. En Estados Unidos, ya uno de cada ciento cincuenta niños es diagnosticado con autismo.
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