Investigadores del Departamento de Farmacología del Centro Médico de la Universidad Duke, en Norteamérica, han encontrado efectos nada beneficiosos para la salud. Reduce la microflora fecal beneficiosa (por su importancia, después haré una entrada al blog para tratar este tema), aumenta el pH fecal (¿leyeron la entrada anterior?), contribuye al aumento de peso (irónico eh!) y aumenta la actividad de P-gp, CYP3A4 y CYP2D1. Estos últimos no son nombres de robots de películas futuristas, si no enzimas que participan en el metabolismo de los fármacos que consumimos. Éste último efecto trae de cabeza a los investigadores, ya que le resta eficacia a medicamentos como los usados en quimioterapia y los antiretrovirales contra el SIDA.
A mí, la verdad, no me ha sorprendido en nada la noticia, porque ¿qué es la Splenda?.
Splenda es una marca comercial de un edulcorante artificial que contiene sucralosa (al 1,1 %) y sustancias que no dan sabor sino volumen (maltodexosa y dexosa).
Quisieron venirnos con el cuento de que la molécula de sucralosa era inofensiva porque era un derivado de la sacarosa (azúcar de caña).
Uno de sus lemas era: “sabe a azúcar porque procede del azúcar”.
Pero, ¿cuál es la diferencia?.
La molécula de sucralosa es idéntica a la de sacarosa excepto por la sustitución de tres grupos hidroxilo (un oxígeno y un hidrógeno) por tres átomos de cloro.
¿Ustedes saben como se llaman algunas sustancias orgánicas que tienen tantos sustituyentes de cloro?: Pesticidas organoclorados.
O sea, que consumir Splenda es casi como consumir insecticidas. Nada bueno se podía esperar.
Lo que más me preocupa de este asunto es que veo con terror que están empezando a comercializar la Splenda en saquitos. ¡Ya la venden por kilos!. La gente la está consumiendo como si fuera azúcar, convencidos de que no hace daño y además se presta para hacer dulces, tortas, galletas, etc., ya que no se descompone con el calor.
En tanto que, con la estevia (un edulcorante natural) sucede todo lo contrario en nuestro país. Ha desaparecido totalmente de los anaqueles, después de una tímida introducción, ya que, según me dijeron, hay trabas para la importación y aquí todavía no se cultiva lo suficiente.
No entiendo.
Se nos atiborra con Splenda y se nos niega la posibilidad de adquirir un producto natural, que no sólo no eleva el azúcar en la sangre, sino que la reduce.
¿Qué pasa? ¿Ignorancia o complot?. A veces la ignorancia es peor que la mala intención.
Antes de concluir, quiero describirles brevemente la estevia.
Es un endulzante natural extraído de la Stevia rebaudiana Bertoni, una plantita originaria de Paraguay y del Sur de Brasil. Denominada Ka-a he-é (hierba dulce) por los indios guaraníes y su uso es ancestral.
No tiene calorías, o sea que no engorda. No sube la glicemia, el azúcar en la sangre. Al contrario, tiene efecto hipoglicemiante. Mejora la tolerancia a la glucosa (o como dicen otros, la resistencia a la insulina). Ayuda en el control de la presión arterial y es cardiotónico. Tiene efecto antioxidante (o sea, antienvejecimiento) y presenta actividad antibiótica, especialmente contra Escherichia coli, Stafilicocos aureus y Corynebacterium difteriae, así como también contra el hongo Cándida albicans. Actualmente, se está estudiando su posible efecto contra la osteoporosis.
¿Qué tal?
Repito, no entiendo. Hay que abrir la importación de estevia y promover su cultivo y producción en nuestro país; así como difundir la verdad sobre la Splenda y todos los otros edulcorantes artificiales.
La polémica está servida.
Nota posterior: Vean las moléculas de sucralosa y de sacarosa, y saquen sus propias conclusiones.