sábado, 22 de abril de 2023

CELEBREMOS EL DÍA DE LA TIERRA Y MEJOREMOS NUESTRA SALUD EVITANDO EL "EFECTO ANTENA"

 Desde el año 1970 se celebra todos los 22 de abril, el día de la Tierra.

 

Esta fue una iniciativa que surgió de la necesidad de concientizar a la población sobre los problemas de contaminación ambiental que sufre nuestro planeta.

 

Todos los días 22 de abril, en una gran parte del mundo, diversas personas y organizaciones  elevan su voz, para invitar a la población a tomar consciencia de lo que estos problemas ambientales representan y de, además, tomar acción para combatirla.

 

Y es que debemos tomarnos muy en serio lo que representan los problemas ambientales de la Tierra. No es sólo que los suelos, el agua y el aire estén contaminados, es que esa contaminación ambiental nos está enfermando e incluso en muchos casos, está matando a muchas personas, en todos los rincones del mundo.

 

No puede haber salud para ningún ser humano que viva en un área con elevados niveles de contaminación. Más tarde o más temprano pagaremos las consecuencias.

 

Solventes orgánicos, dioxinas, ptalatos, plaguicidas, herbicidas, radiación, metales pesados como mercurio, plomo, cadmio y arsénico, son sólo una pequeña lista de las sustancias que contaminan nuestro ambiente y que por lo tanto están deteriorando nuestra salud.

 

Es por ello que resulta recomendable hacer un acercamiento a la naturaleza, volver al contacto primigenio. Comer de manera más natural. Comer comida de verdad, sin aditivos químicos que deterioran nuestra salud lenta e inexorablemente.

 

Surge por ello la necesidad de estimular los procesos de desintoxicación natural de nuestro cuerpo, que ya no se da abasto para hacer su función. Sobrepasada con creces por un ingreso constante de toxinas que salen a una velocidad de nuestro cuerpo menor que las que ingerimos.

 

Esto ocasiona que vaya quedando  un remanente que se va acumulando lenta e inexorablemente. Y más tarde o más temprano nos pasa factura.

 

Pero no es suficiente con una alimentación sana, ejercicio adecuado, control del estrés y la estimulación del proceso de desintoxicación de nuestro cuerpo. 

 

Podemos estar haciendo todo eso y aún así perder la salud.

 

Porque hay que también tomar en cuenta un factor que se pasa por alto con mucha frecuencia: la falta de contacto con la Tierra. 


 

 ¿Desde cuándo no caminas descalzo? Conozco personas que no lo hacen desde que eran niños. Y aunque salimos a disfrutar de la naturaleza, vamos al parque, a la montaña, etc., en realidad no nos conectamos con ella. Vivimos aislados (eléctricamente hablando) por medio de las suelas de nuestro calzado y la ropa que usamos.

                                                                               

 Cada día hay más evidencias científicas que demuestran que muchos problemas de salud pueden ser debidos a nuestra "desconexión" con la tierra. Y cuando hablo de problemas de salud me refiero a dolencias como dolores crónicos, artritis, alergias, insomnio, obesidad, fatiga, problemas inmunológicos, hipertensión y muchas otras que por ahora no me las van a creer.

 

Estamos rodeados de campos electromagnéticos y no los percibimos. De hecho, somos seres electromagnéticos y no lo sabemos.  ¿Cuántas veces habremos padecido de dolores de cabeza, subidas inesperadas de tensión, angustias o depresiones inexplicables que pudieron haberse resuelto con tan sólo poner los pies descalzos en el piso?

 

Es tan sencillo, que es como  para no creerlo. Hasta que lo estudiamos.

Nunca había sido tan evidente el poder sanador de la madre Tierra como en este caso.

 

Es probable que sepas que la Tierra tiene un campo electromagnético. Pero ¿sabes que el cuerpo humano también lo tiene, más aún que es posible que cada célula lo tenga?

 

Estos campos electromagnéticos naturales son beneficiosos, no como los otros campos electromagnéticos de los que nos han dicho que son dañinos para nuestra salud.  Me refiero a los de las torres de alto voltaje, los de las antenas repetidoras de las microondas de los teléfonos celulares e incluso los de los electrodomésticos que nos rodean.

 

Los campos electromagnéticos del cuerpo son naturales, forman parte de nuestro ser y son beneficiosos. Ayudan a regular procesos bioquímicos importantes y permiten a las células comunicarse entre sí con impulsos eléctricos. Además están diseñados para interactuar con los campos electromagnéticos de la Tierra para ayudar a mantener una salud óptima.

 

Pero hay un problema: cuando estás desconectado de la Tierra, los sistemas eléctricos de tu cuerpo se alteran y la salud se deteriora.  Te haces más susceptible a los otros campos electromagnéticos: a los artificiales. Y si estas contaminado con metales pesados, tu susceptibilidad se incrementa.


Sólo son sanos los campos electromagnéticos naturales.

 

¿Eres  una de esas personas que dejan cargando el celular en su mesita de noche, tienen un televisor y/o una computadora  en su habitación y quizás también tiene un radio-reloj despertador cerca de la cama?

 

Cada día hay más científicos, organizaciones de defensa de la salud, organizaciones ecologistas e incluso gobiernos que están advirtiendo del daño tan grave para la salud que representan los campos electromagnéticos artificiales. Los resultados han sido tan alarmantes que incluso la Agencia de Protección del Medio Ambiente en los Estados Unidos a llamado a "limitar su exposición".

 

Al parecer,  en las personas que tienen en su cuerpo almacenados metales pesados, (es decir, TODOS NOSOTROS, en menor o mayor medida), estos metales actúan como antenas que atraen, enfocan, los campos electromagnéticos que nos rodean. Mientras más metales estén presentes, más fuerte es el llamado “Efecto Antena” y por ello,  más síntomas y consecuencias nocivas aparecerán.

 

El Dr. Robert Becker, en su libro “Cross Currents” (Corrientes cruzadas), explica el hecho de que bacterias en cultivo, que son sometidas a campos electromagnéticos, son engañadas en el sentido de que perciben esto como un ataque inmune y reaccionan secretando mayor cantidad de toxinas. Como consecuencia, bacterias que normalmente son inofensivas, se hacen mucho más virulentas y peligrosas, especialmente, como lo dijimos anteriormente,  en personas que están contaminadas con metales pesados.

 

Por ello usemos los celulares tan sólo para lo imprescindible. No son equipos para mantener largas conversaciones. No le entreguemos estos equipos a los niños, ya que ellos son los más susceptibles.  No los dejemos cargando cerca de nuestra cama cuando nos acostamos.

 

Apaguemos y de ser posible, desenchufemos todos aquellos electrodomésticos que no estemos usando. Y mantengámonos alejados de las áreas de mayor riesgo electromagnético como las torres de alta tensión, los condensadores  y las antenas repetidoras.

 

Es necesario el contacto directo con nuestra madre Tierra. Caminar descalzos; acostarnos con poca ropa en el piso (que no sea de plástico, madera o con alfombras); caminar sobre la grama (especialmente cuando está húmeda) o sobre la tierra misma.

 

Una manera muy efectiva de hacer contacto con la Tierra y lograr un equilibrio electromagnético con ella, es caminar descalzos en la orilla de la playa. Que las olas nos mojen los pies. Además, es muy relajante.


A todas aquellas personas con problemas de insomnio o mal dormir, les recomiendo que, antes de tomarse una píldora,  intenten primero caminar descalzos una hora en la noche  O que se acuesten en el piso por media o una hora. Luego desconecten todos los aparatos eléctricos que tengan en su habitación. No basta con apagarlos, algunos hay que desenchufarlos, como los televisores, por ejemplo.

 

Hagan la prueba por varios días y tan sólo en el caso de que no mejore el sueño recurran a otras soluciones para ayudarse a dormir.

 

Celebremos pues este día tomando la decisión de volver a a conectarnos con nuestra madre Tierra. Nuestra salud puede depender de ello.

 

Si requieres de asesoría para mejorar tu alimentación u orientación de cómo mejorar tu salud con métodos naturales obtén información sobre mis programas y consultas. Puedes enviar un email a ereboll@gmail.com o ubícame en Mi página de Facebook 

 

viernes, 31 de marzo de 2023

COMO LA ALIMENTACIÓN PUEDE MODULAR NUESTRO COMPORTAMIENTO - Desde el TDAH hasta la violencia carcelaria

 

Los adultos hoy en día, hemos adquirido la muy mala costumbre de “premiar” a los niños con dulces y golosinas, también llamadas chucherías; así como hemos perdido la costumbre hogareña de preparar jugos de frutas frescas y los hemos sustituido con jugos envasados o, peor aún, con bebidas gaseosas o refrescos.

Luego nos quejamos de que estos “niños de ahora” son insoportablemente inquietos y a muchos los llevamos al médico o al psicólogo, cuando no al psiquiatra, porque la maestra sospecha que tienen el Síndrome de Falta de Atención y/o Hiperactividad.

Son muchos los trabajos que se han realizado sobre el efecto del azúcar y los colorantes o saborizantes artificiales sobre el cerebro. 

Por ejemplo, en 1979, en la ciudad de Nueva York se hizo un estudio cambiando la alimentación de los escolares. Tan sólo se eliminó el azúcar y los aditivos alimenticios (colorantes y saborizantes) y se obtuvo una mejoría del 16 % en su capacidad mental. Esto sin tomar en cuenta cambios en el comportamiento y sin mejorar la calidad de los otros alimentos.

En la revista de novedades médicas Lancet, se publicó un artículo que relaciona directamente al colorante amarillo nº 5 (tartrazina) y al benzoato de sodio (conservante) con la hiperactividad.

Sobre este tema el Dr. Benjamin Feingold, alergólogo y pediatra norteamericano, escribió un libro titulado “Porqué su hijo es hiperactivo”, en el cual establece que los colorantes, saborizantes y colorantes artificiales, son cofactores tanto en los problemas de aprendizaje de los niños como los de conducta. 

 

Establece además, que existe una conexión del trastorno por déficit de atención con hiperactividad con ciertas alergias e intolerancias alimentarías. Desarrolló una dieta libre de aditivos (colorantes artificiales, potenciadores del sabor, conservantes...) y salicilatos (sustancias similares a la aspirina, presentes en ciertas frutas y verduras). En su opinión, esta dieta podía prevenir ciertas alergias infantiles.

Para su sorpresa –y la de los padres de los niños tratados– muchos de los menores que la siguieron no sólo mejoraron sus síntomas de alergia, sino que experimentaron cambios muy positivos en su comportamiento. 

 

Niños problemáticos, inquietos y con escasa capacidad de concentración y atención –signos del trastorno de déficit de atención con hiperactividad–, mejoraban en todos esos parámetros.

Es interesante notar que actualmente el tratamiento de los niños con autismo (los cuales representan el extremo de un gradiente de comportamientos que comienza con la falta de atención) establece como parte imprescindible del tratamiento, seguir una dieta que comienza con la eliminación de colorantes, conservantes, azúcares refinadas, luego eliminar los productos lácteos (caseína), y por último se sugiere la eliminación del gluten (proteína del trigo, contenida en panes, pastas, galletas, bizcochos, tortas, bebidas envasadas y muchos alimentos procesados).

En vista de todo lo aquí planteado, los adultos debemos reflexionar y antes de darle una “chuchería” o golosina a un niño, mejor darle una fruta, a ver si podemos revertir un mal hábito y convertirlo en uno saludable.

Y en general, debemos cambiar lo que comemos todos en casa para mejorar la salud de la familia. No sólo los niños. Comer comida de verdad, no alimentos procesados llenos  de aditivos nocivos para la salud.

 


Pero esto no se queda aquí. La relación entre el comportamiento y la alimentación tiene profundas consecuencias. Incluso puede relacionarse con la violencia. Veamos…

 

Todos en algún momento hemos comentado sobre el aumento de la violencia y la agresividad  en nuestro país y en el mundo.

 

Las causas de este fenómeno pueden ser muchas y complejas. Factores como experiencias de abuso infantil, enfermedades mentales, falta de afecto en la infancia temprana, alcoholismo, uso y abuso de drogas y estupefacientes, se han señalado como origen de este flagelo.

 

Sin embargo, poca o ninguna importancia se le ha prestado a un factor generador de violencia que puede ser revertido. 

 

 

Este factor es la alimentación.

 

Muchos se preguntarán: ¿Y qué tiene que ver la alimentación con los comportamientos violentos?

 

Pues mucho...

 

Cuando decimos: “somos lo que comemos”, estamos diciendo mucho más de lo que nos imaginamos. Lo que comemos condiciona nuestra salud física y mental.

 

El primer factor alimenticio que modula nuestro comportamiento es precisamente el alimento de nuestro cerebro: la glucosa. 

 

Ese es el combustible que usualmente necesita para poder funcionar. Generalmente el cerebro lo obtiene del azúcar o los carbohidratos que contienen los alimentos. 

 

Si en un momento determinado no hay un suministro suficiente de glucosa, se produce una reacción del organismo para que le busquemos su alimento al cerebro. Nos va la vida en ello. Luego sentimos hambre.

 

Si comemos en ese momento, todo vuelve a la normalidad. El cerebro recibe su ración de glucosa y seguimos como si nada.

 

Algunas personas tienen tolerancia a la sensación de hambre. Hay otras que no.

 

Las personas que son hipoglicémicas (a las que se les “baja” el azúcar) no tienen tolerancia a la falta de glucosa en su cerebro. Pero muchas veces no se dan cuenta de que lo que tienen es hambre y en su lugar lo que sienten es rabia, inquietud, o un malestar indefinido.

 

Si a una persona hipoglicémica se le presenta una situación incómoda o irritante cuando tiene el azúcar baja, casi automáticamente reaccionará con violencia. Y esta reacción será tanto más acentuada cuanto más hipoglicémica sea.

 

Se han realizado estudios en poblaciones de penales y cárceles en diversas partes del mundo y han encontrado que existe una relación directa entre el grado de violencia que manifiesta un recluso y su grado de hipoglicemia. 

 

Más aún, se encontró que un elevado porcentaje de presos son hipoglicémicos.

 

Con poblaciones de penales y cárceles se han realizado estudios de cambio de alimentación para controlar la hipoglicemia y los resultados han sido sorprendentemente positivos. Y una de las recomendaciones más importantes para nivelar el contenido de glucosa en sangre, es precisamente, evitar el consumo de azúcar y todo tipo de dulces y golosinas.

 

Un elevado porcentaje de reclusos mejora su comportamiento cuando cambian su alimentación evitando el consumo de azúcar y alimentos ricos en carbohidratos de fácil asimilación. Muchos de ellos, los que mantienen su nueva dieta al salir de la prisión, no vuelven a reincidir.


Esto nos lleva a otro punto relacionado con la violencia: el alcoholismo.

 


Estudios muy recientes han encontrado que muchos de los alcohólicos son hipoglicémicos.  Y recordemos que siempre se ha asociado el consumo de alcohol con los comportamientos violentos. 

 

Al parecer, los alcohólicos logran superar el malestar que les ocasionan las bajadas de azúcar consumiendo bebidas alcohólicas. 

 

Pero este efecto dura poco, ya que se produce una reacción del organismo   y vuelven a sentir la necesidad de tomar alcohol. Se crea un círculo vicioso que los lleva a la dependencia.

 

Otro factor alimenticio directamente relacionado con la violencia es el consumo de grasas  y aceites.

 

El 60 % de nuestro cerebro es grasa. 

 

Más concretamente ácidos grasos. Y su función primordial es envolver como capa aislante a las células nerviosas. Estas son como cables que trasmiten impulsos eléctricos. 

 

El cerebro y todo el sistema nervioso funciona como una red de cables que conducen electricidad. 

 

La calidad de las grasas que consumimos es vital para un correcto funcionamiento cerebral y de todo el sistema nervioso. 

 

Si son grasas Omega 3, las células cerebrales y nerviosas funcionan a la perfección, de lo contrario se presentan problemas de conducción de los impulsos nerviosos.

 

En Inglaterra y en Estados Unidos se han realizado pruebas clínicas que demuestran que la deficiencia nutricional de éstas grasas propicia comportamientos violentos, mientras que, por el contrario, presos sometidos a un cambio de alimentación en la que se incluyeron estos ácidos mejoraron notablemente sus conductas, volviéndose menos agresivos.

 

Estos  ácidos grasos se encuentran en los pescados, el aguacate, el aceite de oliva y muchas semillas como la linaza, las nueces, etc. 

 

Sin embargo, durante los últimos años su consumo se ha reducido, especialmente porque a aumentado el consumo de aceites industriales que impiden conexiones neuronales apropiadas, tales como los aceites industriales de canola, soja, maíz y girasol, así como el uso de grasas trans  en las margarinas y mantecas industriales. 

 

Un último factor alimenticio,  que por los momentos, podemos relacionar con comportamientos violentos son los aditivos alimenticios.


 
Algunos de estos aditivos, como el aspartame, el glutamato monosódico y lo que llaman proteínas hidrolizadas, son excitotoxinas.

 

Las excitotoxinas se caracterizan porque cuando las neuronas se exponen a estas sustancias se sobreexcitan y aceleran sus impulsos nerviosos rápidamente hasta llegar a un punto de agotamiento extremo que puede llevar incluso a la muerte de la célula.

 

Por otra parte, las excitotoxinas estimulan las papilas gustativas de la lengua, resaltando y mejorando el sabor de las comidas y además crean adicción.

 

Esa es la función del glutamato monosódico, también llamado ajinomoto, principal aditivo de la comida china y responsable del síndrome del “restaurante chino” (dolor de cabeza, sudoración, enrojecimiento facial, fatiga, ardor en todo el cuerpo, ansiedad).

 

El efecto de las excitotoxinas  sobre el comportamiento es tan marcado, que en un experimento realizado con glutamato monosódico, se le inyectó una pequeña cantidad de éste directamente al cerebro de un ratón, en el hipotálamo. Y la reacción fue tan fuerte, que el ratón se puso tan agresivo y violento que mató a un gato que colocaron en su jaula. ¿Pueden imaginarse ésto?

 

Ahora detengámonos un momento a pensar qué estamos haciendo con nuestros niños y adolescentes.

 

Muchas veces salen a la escuela o al liceo sin comer, desayunan tarde y ¿qué comen?. He visto a muchos desayunar con una bebida azucarada y una bolsita de pasapalos (snacks) llenos de aditivos alimenticios, saborizantes y colorantes artificiales. 

 

¿Qué puede suceder con un desayuno así?

 

Los más susceptibles llegarán a clases con el azúcar baja, en lo que puedan se compraran un refresco y un pasapalo o snack. Esto hará que se les suba rápidamente la glicemia en sangre, pero al rato viene el bajón de la hipoglicemia reactiva. 

 

Esto sumado a las excitotoxinas provenientes de lo que comieron dispara en ellos comportamientos violentos.

 

No nos damos cuenta, pero los adultos estamos siendo en parte culpables, por ignorancia, de atizar la violencia estudiantil, y creando hábitos, que desgraciadamente, perdurarán por el resto de la vida.   

 

Para evitar esto es recomendable les enviemos ya desayunados a clase, y debemos supervisar lo que en realidad consumen en las cantinas escolares.

 

No niego la importancia de factores sociales o biológicos, pero tengo la firme convicción de que si interviniéramos su alimentación, disminuirían sensiblemente los episodios de violencia que estamos sufriendo cada vez con más frecuencia entre los jóvenes.

 

¿Y tú qué opinas?

Si requieres de asesoría para mejorar tu alimentación u orientación de cómo mejorar tu salud con métodos naturales obtén información sobre mis programas y consultas. Puedes enviar un email a ereboll@gmail.com o ubícame en Mi página de Facebook 


 

Referencias:

Hyperactivity: a consideration of the alternatives.

https://psycnet.apa.org/record/1995-33455-001

 

Evidence for abnormal glucose tolerance test among violent offenders

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7057987/

 

Progress on relationship between omega-3 polyunsaturated fatty acids and violent-aggressive behavior

https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/21425611/

 

lunes, 13 de febrero de 2023

¿CREES QUE PUEDES TENER PROBLEMAS CON EL GLUTEN DEL TRIGO?: PORQUÉ DEBERÍAS INTERESARTE EN LA ZONULINA

Las personas que tenemos problemas con la ingestión del gluten del trigo padecemos de problemas de salud muy incómodos y muy diversos.

De acuerdo a la individualidad bioquímica de cada quien, se pueden presentar, entre otros,  problemas digestivos, anemia, alergias frecuentes, sinusitis, problemas cutáneos, trastornos en el sistema óseo, problemas autoinmunes, retrasos en el crecimiento, niebla o confusión mental, mala memoria, depresión, hiperactividad y falta de atención, etc., etc., etc.

La lista de trastornos puede parecer interminable y tiene que ver con la inflamación, deficiencias en la absorción de nutrientes y problemas con el sistema de desintoxicación.

Una de las causas de que aparezca uno o más de estos trastornos es el síndrome del intestino perforado, o como se le conoce popularmente, síndrome del "leaky gut". Y éste tiene relación con una sustancia que produce nuestro propio cuerpo: la zonulina.

La zonulina es una proteína  que regula la apertura de las uniones estrechas intercelulares en el intestino. Es decir, el espacio que hay entre las células de éste.

La función del intestino es precisamente actuar como filtro para que se absorban nutrientes que
pasen a la sangre, y de allí se distribuyan a todos los lugares del cuerpo donde se necesiten.
Es muy importante para la salud, ya que de ella depende si entran o no nutrientes. 

Si se produce zonulina las uniones estrechas se separan, dejando abierto el paso a los nutrientes. Y si la
separación es lo suficientemente ancha, pueden pasar moléculas grandes, como residuos de
alimentos mal digeridos, e incluso microorganismos. Lo cual no es muy conveniente que digamos.

Se produce entonces lo que se denomina intestino permeable o “leaky gut”.

Cuando se presenta esta permeabilidad anormal del intestino, pasan al torrente sanguíneo restos
de proteínas y otros macronutrientes mal digeridos, fragmentos bacterianos, patógenos en
general (virus, bacterias y hongos), alérgenos y tóxicos.


Como consecuencia de esto, se activa el sistema inmunológico. El cuerpo reacciona a lo que
considera una “invasión” activando las células de defensa y produciendo citoquinas
proinflamatorias. Éstas son unas proteínas que producen inflamación y que forman parte de
nuestro sistema inmune.

¿Por qué te estoy hablando de esto?

Porque probablemente consumas todos los días un alimento que estimula la producción de
zonulina y no tenías ni idea de esto. Ese alimento es el trigo.


Éste es uno de los cereales más consumidos en el mundo. Prácticamente no hay hogar en el cual
en algún momento del día no se consuma pan, o algún otro producto derivado de este cereal.
¿Y qué pasa con el trigo?

Como cereal que es, el trigo contiene proteínas, carbohidratos y grasas. Entre las proteínas que
contiene el trigo destaca el gluten. Es posible que lo hayas visto, ya que algunas personas separan
el gluten de la harina de trigo para usarlo como sustituto de la carne porque tiene un elevado
contenido proteico. Parece un chicle.

Tiene unas propiedades físicas extraordinarias que le confieren gran elasticidad y resistencia, muy
adecuadas para la preparación de panes, pastas e infinidad de alimentos. Es insoluble en agua o en
soluciones salinas.
Otros cereales que contienen gluten son la cebada, el centeno y el triticale.

Las proteínas que contiene el gluten se dividen en dos grupos: las prolaminas y las gluteninas.
Las prolaminas son las más estudiadas porque se les relaciona con la sensibilidad al gluten y la
celiaquía o enfermedad celíaca.

Se ha encontrado que las prolaminas más problemáticas para las personas celíacas o con
sensibilidad al gluten, son un grupo de proteínas denominadas gliadina en el trigo, secalina en el
centeno y hordeína en la cebada.

Otros cereales que contienen prolaminas, pero que solo en menos personas producen reacciones
negativas son, la avenina de la avena, la orzeína del arroz, la ziena del maíz y la kafirina del sorgo.

Las prolaminas en general y las gliadinas en particular, son muy difíciles de digerir. Estas proteínas
no se digieren del todo y quedan fragmentos que resisten todas las enzimas digestivas que tiene
nuestro sistema digestivo.

Estos fragmentos de proteína actúan como antígenos, es decir, sustancias que hacen que el
cuerpo produzca anticuerpos. Activan el sistema de defensa del organismo y como consecuencia
de ello, en personas genéticamente susceptibles, se activan reacciones autoinmunitarias adversas.

Una de las consecuencias de esta reacción a las gliadinas es el desgaste de las vellosidades del
intestino delgado. Lo que parecía una superficie de terciopelo se aplana como si fuera un fieltro.
Impidiendo así que los nutrientes puedan ser adsorbidos de manera correcta.

La otra consecuencia importante de la ingesta de gliadina es que se estimula la producción de
zonulina, de la que hablamos al principio.

Las células que conforman las paredes del intestino se separan demasiado, permitiendo el paso de
microorganismos y sustancias que no deberían tener acceso a nuestra sangre. Una vez allí, los
trastornos de salud de tipo autoinmune son inevitables, especialmente en las personas con una
genética que les predispone a ello.

Entre las enfermedades autoinmunes que pueden desarrollarse como consecuencia del consumo
de gluten, en personas genéticamente predispuestas, están: la enfermedad celíaca o celiaquía,
diabetes mellitus, hepatitis autoinmune, tiroiditis de Hashimoto y enfermedades del tejido
conjuntivo.

¿Todas las personas que consumen trigo tendrán alguno de estos problemas de salud?

NO

Pero si nacieron con los genes de la enfermedad celíaca, más tarde o más temprano esta
enfermedad se manifestará. Por lo cual, a las personas en riesgo, se les sugiere evitar el consumo
de cualquier alimento que contenga trigo o sus productos derivados.

Ahora bien, el problema es que no siempre se manifiesta de manera clásica, que es como es
diagnosticada usualmente. Por ello es frecuente que pasen varios años, antes de que a la persona
se le dé un diagnóstico correcto. Con lo cual aumenta la probabilidad de que se desarrollen los
trastornos autoinmunes.

Acá surge el concepto del llamado iceberg de la enfermedad celíaca y las diferentes formas en las
cuales se manifiesta la reacción anormal al gluten del trigo:

1) Enfermedad celíaca

2) Alergia al gluten

3) Sensibilidad al gluten no celíaca

4) Enfermedad celíaca refractaria

Posteriormente vamos a ahondar en estos conceptos.

Si te interesa este tema y tienes alguna duda o pregunta, por favor hazla en la zona de
comentarios para que pueda aclarártela.
Si sabes ya que sufres de problemas por la ingestión del gluten del trigo y deseas asesoría para
mejorar tu salud, envíame un mensaje privado o un email a ereboll@gmail.com