Si te has sentido mal y no te han conseguido nada, tus
exámenes salen normales, pero tú sabes que no estás bien. Quédate, porque es
posible que descubras que no estás enfermo sino intoxicado.
Desde hace unos 200 años la humanidad ha incrementado
de forma exponencial el contacto con sustancias tóxicas provenientes de la
actividad agrícola, industrial y los medios de transporte. Ha sido una
consecuencia de la industrialización. Es lo que llamamos progreso.
Gracias a ello hemos logrado aumentar la producción de
alimentos, medicamentos, vestuario, artefactos domésticos, profesionales y de
recreación. Pero como consecuencia hemos contaminado el aire, el agua y la
tierra, dañando el entorno y muchas veces de manera directa, a prácticamente
todos los organismos que coexistimos en nuestro planeta.
Debemos entender algo: la vida, tal y como la
conocemos, es una compleja red de equilibrios bioquímicos. Millones de reacciones
químicas ocurren todos los días, a toda hora y a cada minuto de nuestra
existencia, sin que nos demos cuenta.
Es lo que se denomina el metabolismo.
Nuestro cuerpo procesa lo que bebemos, olemos, comemos
y pensamos, para satisfacer nuestras necesidades. Todo esto a través de
complejas reacciones de asimilación, transformación, acumulación y desecho.
Así se construyen y re-construyen nuestras células,
nuestros órganos y nuestro cuerpo.
Así también nos proveemos de energía para todo lo
relacionado con nuestra existencia. Además, producimos desechos que, con
suerte, podremos excretar fuera de nuestro cuerpo.
Pero, no siempre es así.
En algunas ocasiones la cantidad de desechos que se
acumulan es mayor que la cantidad de desechos que excretamos.
Aquí comienzan los problemas.
Las
toxinas o tóxicos son
sustancias que el cuerpo busca excretar porque no le sirven para nada útil y
pueden por el contrario ocasionar daños más o menos reparables.
Si se mantienen en el cuerpo, solo nos traen
problemas.
Es el caso, por ejemplo, de los restos de alimentos
que ingerimos. Por muy sanos que sean. Si no evacuamos las heces con la
velocidad necesaria, se puede presentar el estreñimiento.
Y no tienes idea de la cantidad de dolencias y
enfermedades que esto puede originar. Desde acné hasta cáncer, pasando por una
serie que va de lo leve a lo grave.
Es también el caso de lo que está sucediendo hoy en día
con los plásticos.
Las partículas
pequeñitas de éstos se denominan microplásticos. Los investigadores los han
encontrado en regiones remotas del planeta e incluso en el cordón umbilical de
niños recién nacidos.
Y son difíciles de degradar, por lo que contaminan,
quién sabe por cuántos años, nuestro entorno, nuestro medio ambiente y a
nosotros mismos.
Son disruptores endocrinos, es decir, alteradores hormonales.
Tienen la capacidad de alterar el funcionamiento de cualquier órgano o sistema
de nuestro cuerpo.
Lo mismo sucede con otras sustancias como los metales
pesados o metales tóxicos. Son sustancias minerales que no tienen ninguna
función conocida en nuestro cuerpo.
Los tóxicos más comunes
Aquí te dejo una lista de los más frecuentes en la
vida diaria:
Tipo de tóxico |
Dónde
se encuentra |
Metales pesados |
Amalgamas dentales,
agua del grifo, pescados grandes, vacunas |
Plásticos y BPA |
Botellas, tuppers, envoltorios, tickets de compra |
Pesticidas |
Frutas y verduras no
ecológicas |
Cosmética tóxica |
Cremas, desodorantes, perfumes, maquillaje |
Productos de limpieza |
Ambientadores,
limpiadores del hogar, lejía |
Fármacos acumulativos |
Anticonceptivos, ansiolíticos, antibióticos repetidos |
Contaminación del aire |
Humo del tráfico,
cocinas de gas, tóxicos del hogar |
¿Cómo nos afectan?
Aunque los efectos pueden ser distintos en cada
persona, hay patrones que se repiten, entre otros:
·
Sistema nervioso: niebla mental, irritabilidad, ansiedad sin causa, dificultad para
comprender, falta de concentración, trastornos del desarrollo, neurodegeneración.
·
Sistema hormonal: fatiga, cambios en el ciclo menstrual, dificultad para dormir o
despertarse, problemas tiroideos, resistencia a la insulina o diabetes.
·
Sistema
digestivo: hinchazón, estreñimiento o diarrea,
intolerancias alimentarias, cáncer de colon.
·
Sistema inmunológico: alergias, defensas bajas, infecciones frecuentes, enfermedades
autoinmunes, cáncer de cualquier tipo.
·
Estado emocional: apatía, baja motivación, procrastinación, sensación de estar
“desconectado”.
Y, además, el problema no es solo un tóxico puntual…
sino la acumulación de muchos a lo largo del tiempo.
Cuando por cualquier circunstancia estamos en contacto
con ellos, nuestro cuerpo buscará los mecanismos que estén a su alcance para
eliminarlos.
Es lo que se conoce como el proceso de desintoxicación o detox.
Afortunadamente tenemos una capacidad innata para
desintoxicarnos. Pero tiene un límite.
Si la cantidad de toxinas que hemos ingerido es mayor
que la capacidad que tiene el cuerpo para deshacerse de ellas, se acumularán en
algunos tejidos. Y algunas veces será difícil sacarlas de allí.
Eso pasa con el plomo, por ejemplo. Se acumula en los
huesos y puede permanecer en ellos por más de 20 años. O más, si seguimos
intoxicándonos con él.
Los mecanismos de desintoxicación que heredamos los
seres humanos no están adaptados a las cantidades cada vez mayores de toxinas y
tóxicos a los que estamos expuestos día a día.
Como ya vimos, estamos en un mundo contaminado y que
no para de contaminarse. Muchas veces no nos damos cuenta de qué manera esas
sustancias que contaminan nuestro medio ambiente afectan nuestra salud.
Leemos
las noticias de que en tal o cual lugar hay problemas por intoxicaciones
debidas a sustancias contaminantes, pero lo asumimos como algo lejano a
nosotros. Como algo que no nos puede afectar. No estamos conscientes de que
vivimos rodeados de sustancias que potencialmente pueden destruir nuestra salud.
Las
comemos, bebemos, respiramos, nos las untamos o ponemos en contacto directo con
nuestra piel, sin tener ninguna conciencia del daño potencial que representan.
Luego
empiezan los problemas. Dolores de cabeza, musculares o en las articulaciones.
Un cansancio que no mejora al dormir. Alergias cada vez más molestas y
problemas en la piel. Vamos de especialista en especialista y no logramos
mejorar.
En algunos casos nos dicen que lo nuestro es mental y
que por lo tanto busquemos como relajarnos, o nos remiten a un profesional de
la salud mental.
¿Te has
sentido así alguna vez?
Y lo
peor de todo es cuando hay incomprensión por parte de tus seres queridos y tus
compañeros de trabajo. Creen que eres hipocondríaco o que exageras los síntomas
para llamar la atención. Se rompe la comunicación y nos sentimos solos, tristes
e impotentes.
Yo viví
en carne propia el sentir que no podía levantarme de la cama, que me levantaba
más cansada que cuando me acostaba.
Empezó a dolerme todo el cuerpo. Como si me hubiera
atropellado un tren. Las alergias que durante toda mi vida me habían acompañado,
se intensificaron. Y lo que más me preocupaba, esa sensación de tener la cabeza
como en una nube.
No lograba concentrarme. Tenía que volver a leer un
párrafo porque cuando lo terminaba no recordaba lo que había leído.
No
sabía que estaba mercuriada. Que las amalgamas que tenía en mi boca y que el
polvito blanco de dos bombillos ahorradores, que se rompieron descargando su
carga tóxica encima de mí, contenían mercurio.
A pesar
de haber estudiado licenciatura en Química en la universidad, nunca nadie nos
habló de los verdaderos peligros que representaba este metal. Y muy poco se nos
dijo, además, de todas las demás sustancias tóxicas a las que estábamos
expuestos en los laboratorios.
Luego
de años de investigación y estudios en el campo de la Naturopatía, la fisiología,
la bioquímica metabólica y de los metales pesados, fue que comprendí lo que me
sucedía. Entonces fue que pude hacer algo para recuperarme.
Estoy convencida de que solo cuando comprendemos el
origen de nuestros malestares estamos en capacidad de superarlos. Vivimos
tiempos en los que abunda la desinformación.
Es por
todo esto que escribí este artículo. Para que entiendas lo que te está pasando.
Para empoderarte de manera que puedas entender el origen de las dolencias que
atormentan tu vida y que no has logrado superar a pesar de haberlo intentado
todo.
Si has
pasado de consulta en consulta y te han dicho que no tienes nada, que lo tuyo
es mental.
Si has intentado todo lo que ha estado a tu alcance y aun
así te sigues sintiendo mal, busca ayuda de un profesional.
De alguien que en verdad sepa lo que está haciendo. Porque
la desintoxicación es una terapia muy buena, pero si se aplica mal podrías
luego sentirte peor.
Te ofrezco mi ayuda con mis programas de desintoxicación
con métodos naturales. Validados por más de 18 años de práctica profesional y
cientos de personas atendidas y satisfechas.
Para más información puedes ubicarme en Instagram @eugeniareboll o envíame un email a ereboll@gmail.com
Bendiciones
Hola, buenos días. Me acaba de llegar este artículo. Excelente información y recomendaciones y está muy bien escrito. Gracias por tus recomendaciones y tu aporte en el cuidado de nuestra salud. Magaly Guerrero, Cumaná, Venezuela?
ResponderEliminar