lunes, 21 de julio de 2025

HABLEMOS DE TOXINAS

 

Si te has sentido mal y no te han conseguido nada, tus exámenes salen normales, pero tú sabes que no estás bien. Quédate, porque es posible que descubras que no estás enfermo sino intoxicado.


Desde hace unos 200 años la humanidad ha incrementado de forma exponencial el contacto con sustancias tóxicas provenientes de la actividad agrícola, industrial y los medios de transporte. Ha sido una consecuencia de la industrialización. Es lo que llamamos progreso.


Gracias a ello hemos logrado aumentar la producción de alimentos, medicamentos, vestuario, artefactos domésticos, profesionales y de recreación. Pero como consecuencia hemos contaminado el aire, el agua y la tierra, dañando el entorno y muchas veces de manera directa, a prácticamente todos los organismos que coexistimos en nuestro planeta.


Debemos entender algo: la vida, tal y como la conocemos, es una compleja red de equilibrios bioquímicos. Millones de reacciones químicas ocurren todos los días, a toda hora y a cada minuto de nuestra existencia, sin que nos demos cuenta.


Es lo que se denomina el metabolismo.


Nuestro cuerpo procesa lo que bebemos, olemos, comemos y pensamos, para satisfacer nuestras necesidades. Todo esto a través de complejas reacciones de asimilación, transformación, acumulación y desecho.


Así se construyen y re-construyen nuestras células, nuestros órganos y nuestro cuerpo.


Así también nos proveemos de energía para todo lo relacionado con nuestra existencia. Además, producimos desechos que, con suerte, podremos excretar fuera de nuestro cuerpo.


Pero, no siempre es así.


En algunas ocasiones la cantidad de desechos que se acumulan es mayor que la cantidad de desechos que excretamos.


Aquí comienzan los problemas.


Las toxinas o tóxicos son sustancias que el cuerpo busca excretar porque no le sirven para nada útil y pueden por el contrario ocasionar daños más o menos reparables.


Si se mantienen en el cuerpo, solo nos traen problemas.


Es el caso, por ejemplo, de los restos de alimentos que ingerimos. Por muy sanos que sean. Si no evacuamos las heces con la velocidad necesaria, se puede presentar el estreñimiento.


Y no tienes idea de la cantidad de dolencias y enfermedades que esto puede originar. Desde acné hasta cáncer, pasando por una serie que va de lo leve a lo grave.


Es también el caso de lo que está sucediendo hoy en día con los plásticos.


 Las partículas pequeñitas de éstos se denominan microplásticos. Los investigadores los han encontrado en regiones remotas del planeta e incluso en el cordón umbilical de niños recién nacidos.


Y son difíciles de degradar, por lo que contaminan, quién sabe por cuántos años, nuestro entorno, nuestro medio ambiente y a nosotros mismos.


Son disruptores endocrinos, es decir, alteradores hormonales. Tienen la capacidad de alterar el funcionamiento de cualquier órgano o sistema de nuestro cuerpo.


Lo mismo sucede con otras sustancias como los metales pesados o metales tóxicos. Son sustancias minerales que no tienen ninguna función conocida en nuestro cuerpo.



Los tóxicos más comunes

Aquí te dejo una lista de los más frecuentes en la vida diaria:

Tipo de tóxico

Dónde se encuentra

Metales pesados

Amalgamas dentales, agua del grifo, pescados grandes, vacunas

Plásticos y BPA

Botellas, tuppers, envoltorios, tickets de compra

Pesticidas

Frutas y verduras no ecológicas

Cosmética tóxica

Cremas, desodorantes, perfumes, maquillaje

Productos de limpieza

Ambientadores, limpiadores del hogar, lejía

Fármacos acumulativos

Anticonceptivos, ansiolíticos, antibióticos repetidos

Contaminación del aire

Humo del tráfico, cocinas de gas, tóxicos del hogar


¿Cómo nos afectan?

Aunque los efectos pueden ser distintos en cada persona, hay patrones que se repiten, entre otros:

·        Sistema nervioso: niebla mental, irritabilidad, ansiedad sin causa, dificultad para comprender, falta de concentración, trastornos del desarrollo, neurodegeneración.

·        Sistema hormonal: fatiga, cambios en el ciclo menstrual, dificultad para dormir o despertarse, problemas tiroideos, resistencia a la insulina o diabetes.

·        Sistema digestivo: hinchazón, estreñimiento o diarrea, intolerancias alimentarias, cáncer de colon.

·        Sistema inmunológico: alergias, defensas bajas, infecciones frecuentes, enfermedades autoinmunes, cáncer de cualquier tipo.

·        Estado emocional: apatía, baja motivación, procrastinación, sensación de estar “desconectado”.


Y, además, el problema no es solo un tóxico puntual… sino la acumulación de muchos a lo largo del tiempo.


Cuando por cualquier circunstancia estamos en contacto con ellos, nuestro cuerpo buscará los mecanismos que estén a su alcance para eliminarlos.


Es lo que se conoce como el proceso de desintoxicación o detox.

Afortunadamente tenemos una capacidad innata para desintoxicarnos. Pero tiene un límite.


Si la cantidad de toxinas que hemos ingerido es mayor que la capacidad que tiene el cuerpo para deshacerse de ellas, se acumularán en algunos tejidos. Y algunas veces será difícil sacarlas de allí.


Eso pasa con el plomo, por ejemplo. Se acumula en los huesos y puede permanecer en ellos por más de 20 años. O más, si seguimos intoxicándonos con él.


Los mecanismos de desintoxicación que heredamos los seres humanos no están adaptados a las cantidades cada vez mayores de toxinas y tóxicos a los que estamos expuestos día a día.


Como ya vimos, estamos en un mundo contaminado y que no para de contaminarse. Muchas veces no nos damos cuenta de qué manera esas sustancias que contaminan nuestro medio ambiente afectan nuestra salud.


      Leemos las noticias de que en tal o cual lugar hay problemas por intoxicaciones debidas a sustancias contaminantes, pero lo asumimos como algo lejano a nosotros. Como algo que no nos puede afectar. No estamos conscientes de que vivimos rodeados de sustancias que potencialmente pueden destruir nuestra salud.


          Las comemos, bebemos, respiramos, nos las untamos o ponemos en contacto directo con nuestra piel, sin tener ninguna conciencia del daño potencial que representan.


          Luego empiezan los problemas. Dolores de cabeza, musculares o en las articulaciones. Un cansancio que no mejora al dormir. Alergias cada vez más molestas y problemas en la piel. Vamos de especialista en especialista y no logramos mejorar.


En algunos casos nos dicen que lo nuestro es mental y que por lo tanto busquemos como relajarnos, o nos remiten a un profesional de la salud mental.


          ¿Te has sentido así alguna vez?


          Y lo peor de todo es cuando hay incomprensión por parte de tus seres queridos y tus compañeros de trabajo. Creen que eres hipocondríaco o que exageras los síntomas para llamar la atención. Se rompe la comunicación y nos sentimos solos, tristes e impotentes.


          Yo viví en carne propia el sentir que no podía levantarme de la cama, que me levantaba más cansada que cuando me acostaba.


Empezó a dolerme todo el cuerpo. Como si me hubiera atropellado un tren. Las alergias que durante toda mi vida me habían acompañado, se intensificaron. Y lo que más me preocupaba, esa sensación de tener la cabeza como en una nube.


No lograba concentrarme. Tenía que volver a leer un párrafo porque cuando lo terminaba no recordaba lo que había leído.


          No sabía que estaba mercuriada. Que las amalgamas que tenía en mi boca y que el polvito blanco de dos bombillos ahorradores, que se rompieron descargando su carga tóxica encima de mí, contenían mercurio.


          A pesar de haber estudiado licenciatura en Química en la universidad, nunca nadie nos habló de los verdaderos peligros que representaba este metal. Y muy poco se nos dijo, además, de todas las demás sustancias tóxicas a las que estábamos expuestos en los laboratorios.


          Luego de años de investigación y estudios en el campo de la Naturopatía, la fisiología, la bioquímica metabólica y de los metales pesados, fue que comprendí lo que me sucedía. Entonces fue que pude hacer algo para recuperarme.


Estoy convencida de que solo cuando comprendemos el origen de nuestros malestares estamos en capacidad de superarlos. Vivimos tiempos en los que abunda la desinformación.


          Es por todo esto que escribí este artículo. Para que entiendas lo que te está pasando. Para empoderarte de manera que puedas entender el origen de las dolencias que atormentan tu vida y que no has logrado superar a pesar de haberlo intentado todo.


          Si has pasado de consulta en consulta y te han dicho que no tienes nada, que lo tuyo es mental.


Si has intentado todo lo que ha estado a tu alcance y aun así te sigues sintiendo mal, busca ayuda de un profesional.


De alguien que en verdad sepa lo que está haciendo. Porque la desintoxicación es una terapia muy buena, pero si se aplica mal podrías luego sentirte peor.


Te ofrezco mi ayuda con mis programas de desintoxicación con métodos naturales. Validados por más de 18 años de práctica profesional y cientos de personas atendidas y satisfechas.


Para más información puedes ubicarme en Instagram @eugeniareboll o envíame un email a ereboll@gmail.com

Bendiciones

 

 


1 comentario:

  1. Hola, buenos días. Me acaba de llegar este artículo. Excelente información y recomendaciones y está muy bien escrito. Gracias por tus recomendaciones y tu aporte en el cuidado de nuestra salud. Magaly Guerrero, Cumaná, Venezuela?

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