sábado, 9 de enero de 2010

HIPERACTIVIDAD, AZÚCAR Y GOLOSINAS: UN LLAMADO DE ALERTA




Los adultos hoy en día, hemos adquirido la muy mala costumbre de “premiar” a los niños con dulces y golosinas, también llamadas chucherías; así como hemos perdido la costumbre hogareña de preparar jugos de frutas frescas y los hemos sustituido con jugos envasados o, peor aún, con bebidas gaseosas o refrescos.

Luego nos quejamos de que estos “niños de ahora” son insoportablemente inquietos y a muchos los llevamos al médico o al psicólogo, cuando no al psiquiatra, porque la maestra sospecha que tienen el Síndrome de Falta de Atención y/o Hiperactividad.

Son muchos los trabajos que se han realizado sobre el efecto del azúcar y los colorantes o saborizantes artificiales sobre el cerebro. Por ejemplo, en 1979, en la ciudad de Nueva York se hizo un estudio cambiando la alimentación de los escolares. Tan sólo se eliminó el azúcar y los aditivos alimenticios (colorantes y saborizantes) y se obtuvo una mejoría del 16 % en su capacidad mental. Esto sin tomar en cuenta cambios en el comportamiento y sin mejorar la calidad de los otros alimentos.

En la revista de novedades médicas Lancet, se publicó un artículo que relaciona directamente al colorante amarillo nº 5 (tartrazina) y al benzoato de sodio (conservante) con la hiperactividad.

Sobre este tema el Dr. Benjamin Feingold, alergólogo y pediatra norteamericano, escribió un libro titulado “Porqué su hijo es hiperactivo”, en el cual establece que los colorantes, saborizantes y colorantes artificiales, son cofactores tanto en los problemas de aprendizaje de los niños como los de conducta. Establece además, que existe una conexión del trastorno por déficit de atención con hiperactividad con ciertas alergias e intolerancias alimentarías. Desarrolló una dieta libre de aditivos (colorantes artificiales, potenciadores del sabor, conservantes...) y salicilatos (sustancias similares a la aspirina, presentes en ciertas frutas y verduras). En su opinión, esta dieta podía prevenir ciertas alergias infantiles.

Para su sorpresa –y la de los padres de los niños tratados– muchos de los menores que la siguieron no sólo mejoraron sus síntomas de alergia, sino que experimentaron cambios muy positivos en su comportamiento. Niños problemáticos, inquietos y con escasa capacidad de concentración y atención –signos del trastorno de déficit de atención con hiperactividad–, mejoraban en todos esos parámetros.

Es interesante notar que actualmente el tratamiento de los niños con autismo (los cuales representan el extremo de un gradiente de comportamientos que comienza con la falta de atención) establece como parte imprescindible del tratamiento, seguir una dieta que comienza con la eliminación de colorantes, conservantes, azúcares refinadas, luego eliminar los productos lácteos (caseína), y por último se sugiere la eliminación del gluten (proteína del trigo, contenida en panes, pastas, galletas, biscochos, tortas, bebidas envasadas y muchos alimentos procesados).

Es impresionante constatar la relación existente entre alimentación y conducta.

En vista de todo lo aquí planteado, los adultos debemos reflexionar y antes de darle una “chuchería” o golosina a un niño, mejor entréguele una fruta, a ver si podemos revertir un mal hábito y convertirlo en uno saludable.

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